JUAN BAUTISTA AGUIRRE POEMAS – ECUADOR
NOTABLE ESCRITOR Y POETA DE LA AMERICA COLONIAL.
Los poemas de Juan Bautista Aguirre y Carbo son bellos. Él es uno de los precursores de la poesía no sólo ecuatoriana, si no además hispanoamericana. Nació en Daule (Actualmente Ecuador) el 11 de abril de 1725. Partió en Tívoli (hoy Italia) el 15 de Junio de 1786.
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POEMAS DE JUAN BAUTISTA AGUIRRE.
A UNA DAMA IMAGINARIA.
Qué linda cara que tienes,
válgate Dios por muchacha,
que si te miro, me rindes
y si me miras, me matas.
Esos tus hermosos ojos
son en ti, divina ingrata,
arpones cuando los flechas,
puñales cuando los clavas.
Esa tu boca traviesa
brinda, entre coral y nácar,
un veneno que da vida
y una dulzura que mata.
En ella las gracias viven:
novedad privilegiada
, que haya en tu boca hermosura
sin que haya en ella desgracia.
Primores y agrados hay
en tu talle y en tu cara;
todo tu cuerpo es aliento,
y todo tu aliento es alma.
El licencioso cabello
airosamente declara
que hay en lo negro hermosura,
y en lo desairado hay gala.
Arco de amor son tus cejas,
de cuyas flechas tiranas,
ni quien se defiende es cuerdo,
ni dichoso quien se escapa.
¡Qué desdeñosa te burlas!
y ¡qué traidora te ufanas,
a tantas fatigas firme
y a tantas finezas falsa!
¡Qué mal imitas al cielo
pródigo contigo en gracias,
pues no sabes hacer una
cuando sabes tener tantas!
A UNOS OJOS HERMOSOS
Ojos cuyas niñas bellas
esmaltan mil arreboles,
muchos sois para ser soles,
pocos para ser estrellas.
No sois sol, aunque abrasáis
al que por veras se encumbra,
que el sol todo el mundo alumbra
y vosotros le cegáis
No estrellas, aunque serena
luz mostráis en tanta copia,
que en vosotros hay luz propia
y en las estrellas, ajena.
No sois lunas a mi ver,
que belleza tan sin par
ni es posible en sí menguar,
ni de otras luces crecer.
No sois ricos donde estáis,
ni pobres donde yo os canto;
pobres no, pues podéis tanto,
ricos no, pues que robáis.
A UNA TORTOLA QUE LLORABA LA AUSENCIA DE SU MADRE.
¿Por qué, tórtola, en cítara doliente
haces que el aire gima con tu canto?
Si alivios buscas en ajeno llanto,
mi dolor te lo ofrece; aquí detente.
Al verte sola, de tu amante ausente,
publicas triste en ayes tu quebranto;
yo también ¡ay dolor! suspiro tanto
por no poder gozar mi bien presente.
Pero cese ya, oh tórtola, el gemido,
que aunque es inmenso tu infeliz desvelo,
sin duda mi tormento ha sido:
pues tú perdiste un terrenal consuelo
en tu consorte, pero yo he perdido
en mi adorado bien la luz del cielo.
A UNA ROSA (SONETO 1)
En catre de esmeraldas nace altiva
la bella rosa, vanidad de Flora,
y cuanto en perlas le bebió a la aurora
cobra en rubís del sol la luz activa.
De nacarado incendio es llama viva
, que al prado ilustra en fe de que la adora;
la luz la enciende, el sol sus hojas dora
con bello nácar de que al fin la priva.
Rosas, escarmentad: no presurosas
anheléis a este ardor; que si autoriza,
aniquila también el sol ¡oh rosas!
Naced y lucid lentas; no en la prisa
os consumáis, floridas mariposas,
que es anhelar arder, buscar ceniza.
A UNA ROSA (SONETO 2)
De púrpura vestida ha madrugado
con presunción de sol la rosa bella,
siendo sólo una luz, purpúrea huella
del matutino pie de astro nevado.
Más y más se enrojece con cuidado
de brillar más que la encendió su estrella;
y esto la eclipsa, sin ser ya centella
la que golfo de luz inundó al prado.
¿No te bastaba, oh rosa, tu hermosura?
Pague eclipsada, pues, tu gentileza
el mendigarle al sol la llama pura;
y escarmiente la humana en tu belleza,
que si el nativo resplandor se apura,
la que luz deslumbró para en pavesa.
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