ALMAFUERTE – POEMAS ARGENTINO
ALMAFUERTE, GRAN POETA Y MAESTRO ARGENTINO.
Los poemas de Almafuerte tocan el alma. Su nombre original es Pedro Bonifacio Palacios, tuvo varios seudónimos pero el más afamado es Almafuerte, que son dos palabras, como es obvio: ALMA + FUERTE. Alma designa su pasión natural como escritor y Fuerte su naturaleza rebelde, es su poema “Piu Avanti” podemos leer esa rebeldía que todos nosotros deberíamos tener.
Su fama, su prestigio, su capacidad de expresarse por medio de la escritura leo hizo formar parte de los “cinco sabios” de la ciudad de La Plata. Los otros cuatro fueron: Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Alejandro Korn y Carlos Spegazzini.
Nació el 13 de mayo de 1854 en La Matanza y murió el 28 de febrero de 1917 en La Plata.
Si quiere saber más de su obra y su vida lo puede hacer aquí.
POEMAS DE AMOR DE ALMAFUERTE.
PASIÓN.
Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;
La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;
Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu seno
¡oh, colina sagrada!
Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.
Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;
El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espíritu
abatido a tus plantas;
La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.
¡Tu tienes, para mí todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!
LO QUE YO QUIERO.
Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.
Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por si la creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.
Eres tu, providencia de mi vida,
mi sostén, mi refugio, mi caudal;
cual si fueras mi madre, yo te amo…
¡y todavía más!
Tengo celos del sol porque te besa
con sus labios de luz y de calor…
¡del jazmín tropical y del jilguero
que decoran y alegran tu balcón!
Mando yo que ni el aire te sonría:
ni los astros, ni el ave, ni la flor,
ni la fe, ni el amor, ni la esperanza,
ni ninguno, ni nada más que yo.
Eres tu, soberana de mis noches,
mi constante, perpetuo cavilar:
ambiciono tu amor como la gloria…
¡y todavía más!
Yo no quiero que alguno te consuele
si me mata la fuerza de tu amor…
¡si me matan los besos insaciables,
fervorosos, ardientes que te doy!
Quiero yo que te invadan las tinieblas,
cuando ya para mí no salga el sol.
Quiero yo que defiendas mis despojos
del más breve ritual profanador.
Quiero yo que me llames y conjures
sobre labios y frente, y corazón.
Quiero yo que sucumbas o enloquezcas…
¡loca sí; muerta si, te quiero yo!
Mi querida, mi bien, mi soberana,
mi refugio, mi sueño, mi caudal,
mi laurel, mi ambición, mi santa madre…
¡y todavía más!
OTROS POEMAS DE ALMAFUERTE.
PIU AVANTI!
No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora…
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!
AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que no mellan los garfios de la suerte…
Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte!
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